La parte externa del conducto auditivo está recubierta por piel similar a la del cuero cabelludo, posee glándulas ceruminosas y una flora normal con gran variedad de bacterias. También puede haber colonización fúngica, facilitada por ciertas características de la zona, como son la humedad o la temperatura. En determinadas circunstancias (lesiones mecánicas, infecciones bacterianas previas, cerumen excesivo, enfermedades de la piel) estos hongos pueden comportarse como patógenos secundarios, dando lugar a una infección conocida como Otitis externa fúngica u Otomicosis.
Se estima que la mayoría de las Otitis externas son de origen bacteriano (principalmente Pseudomonas) y sólo un 15-20% lo serían por hongos (predominando Candidas y Aspergillus).
La Otomicosis es más frecuente en el medio rural, parece que debido a la mayor facilidad de acúmulos de mohos en cereales almacenados y en materia orgánica en descomposición, que luego se diseminarían por el aire.
Clínicamente, los síntomas suelen ser inespecíficos, con prurito, ocasionalmente dolor, descamación del epitelio, o hipoacusia si hay obstrucción del conducto. En la mayoría de los casos la membrana timpánica está respetada, presentando el proceso una evolución subaguda o crónica o tendencia a la recidiva.
La otoscopia se caracteriza por la presencia de epitelio con agregados blanquecinos, amarillos, verdes o negros, o como una masa algodonosa. Sin embargo hay poca concordancia entre la apariencia y la confirmación por cultivo. De tal forma que en un estudio de Acta Otorrinol Esp de 2005 sólo se confirmaban el 25% de las sospechas de los Otorrinos y el 16% de los Médicos de Familia. Por ello aunque, en los cuadros limitados, no precisemos el diagnóstico microbiológico para iniciar el tratamiento, sí que será necesario, tanto el examen microscópico directo como el cultivo, en los casos invasivos.
El tratamiento de las otomicosis no invasivas comprende la limpieza cuidadosa del conducto auditivo externo (CAE) por microaspiración y la aplicación de tratamiento tópico. Como lo primero es prácticamente imposible en atención primaria se aconseja que se aplique el tratamiento antifúngico en una gasa impregnada, pues de esa forma toca toda la pared del CAE a la vez que por el roce realiza un efecto limpieza. En España es frecuente el uso de ácido bórico en fórmula magistral (prescribir como Alcohol boricado a saturación. 30 cc. Gotas) y del Clioquinol (Menaderm otológico®). Si existe rotura timpánica hay que utilizar otros fármacos con menor riesgo de ototoxicidad, como clotrimazol o miconazol. Los antifúngicos orales se reservan para los casos de otomicosis invasivas.
Dejo artículo de Rev Diagn Biol de 2001. También aconsejo otro Otomycosis: Diagnosis and treatment. Clin Dermatol 2010; 28(2): 202-211.