La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es una enfermedad que lesiona progresivamente la mácula retiniana, y por tanto el centro del campo visual. Se considera que es la principal causa de ceguera legal (agudeza visual inferior a 0,1), en personas mayores de 55 años, en el mundo occidental. La DMAE llega a afectar a una de cada tres personas mayores de 75 años, preveyéndose un incremento de su prevalencia por la tendencia al envejecimiento de la población.
Se han identificado diferentes factores de riesgo que parecen estar relacionados con la DMAE. Los que disponen de mayor evidencia científica son la edad, la herencia genética y el tabaquismo. También hay estudios de aumento de riesgo en relación con el sexo (las mujeres tendrían el doble de riesgo), etnia (mayor prevalencia en la raza blanca), hipertensión arterial, color claro del iris (ojos azules), nutrición (nivel bajo de carotenoides y antioxidantes) y obesidad.
Existen dos tipos de DMAE:
- Atrófica o seca: Es la más frecuente pero generalmente tiene menos repercusión en el deterioro de la visión.
- Neovascular, exudativa o húmeda: Representa aproximadamente el 20% de los casos, caracterizándose por una neovascularización coroidea (NVC) que conduce a una pérdida severa y rápidamente progresiva de la visión.
Los síntomas principales son: agudeza visual central disminuída, escotoma central (un punto ciego en el campo visual) y metamorfopsia. Esta última quizás sea la más característica, y consiste en la visión de una imagen distorsionada, que se puede detectar con la Rejilla de Amsler.
Tras la sospecha clínica, la angiografía con fluoresceína permite confirmar la presencia y la localización de la NVC.
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