El síndrome de piernas inquietas (SPI) se caracteriza por presentar sensaciones desagradables en forma de calambres, hormigueos, picores o dolor, seguidos de una necesidad irresistible de moverse o caminar, con lo que mejora la sintomatología. En principio los síntomas afectan a las extremidades inferiores empeorando por la noche, lo que a menudo dificulta conciliar el sueño.
Se describen dos tipos:
- SPI primario: De causa desconocida y frecuente agregación familiar. Es el más frecuente.
- SPI secundario: Asociación con deficiencia de hierro, embarazo o insuficiencia renal crónica, principalmente.
El diagnóstico se basa fundamentalmente en la historia clínica, con una exploración física normal.
El tratamiento farmacológico considera cuatro grupos terapéuticos:
1- Agentes dopaminérgicos: Levodopa + inhibidor decarboxilasa (sinemet plus®), que sería de primera elección en pacientes con clínica intermitente. Y Ropinirol (requip®) o Pramipexol (mirapexin®) si la clínica es diaria.
2- Anticonvulsivantes: Gabapentina, indicada cuando la sintomatología es referida como dolor.
3- Opiáceos: Oxicodona (oxycontin®), que también estaría indicada en casos de clínica diaria.
4- Benzodiacepinas: La más utilizada es el Clonazepam (rivotril®) antes de dormir.
Como siempre, más en el artículo siguiente publicado en JANO en 2011.
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